¿Cómo no perder de vista nuestra meta entre tanta incertidumbre?

Establecer objetivos hoy tiene el mismo valor o tiene uno aún mayor que en de cualquier otra época.  Así hayas vivido una vida con enfoque y dirección clara, el hecho de que haya aparecido un virus que se expandió en pandemia y nos haya cambiado la vida por completo no es motivo para tirar listas de sueños y paneles de visión al tacho ni hacer estallar agendas en el marco de la ventana.

Establecer objetivos nos ayuda a crear la vida que queremos vivir -pase lo que pase- y va de la mano de una meta clara.  Muchas personas ignoran la diferencia entre meta y objetivo y suelen confundir el significado.  Una meta es, por ejemplo, llevar una vida saludable.  Es una búsqueda amplia, general y a mediano o largo plazo.  Siguiendo esta línea, para alcanzar esa meta, será necesaria una serie de objetivos concretos y a corto plazo que vayan acercándote paso a paso para alcanzar aquello que querés lograr.  Con este ejemplo podemos decir que los objetivos pueden ser varios: tener una mejor calidad de sueño acostándote más temprano que de costumbre y levantándote temprano. Reemplazar los alimentos procesados por alimentos que vienen directamente de la naturaleza, de la tierra y el agua. Hacer ejercicio para fortalecer los músculos principales: el corazón y el cerebro; tonificar diferentes grupos y aumentar nuestra resistencia. 

Detrás de cada meta hay un gran “¿por qué?”.  Esta pregunta determina tu camino.  Es tu estrella, tu Norte, tu guía, y la respuesta tiene que ser lo suficientemente precisa como para avanzar con pasos firmes -aún si tenés miedo- porque esto significa que estás avanzando hacia tus sueños.  Saliste de la comodidad del no intentarlo hacia la manifestación de tus anhelos.  ¡Felicidades!

Ahora, al momento de establecer objetivos debemos ser amorosos o amorosas con nosotr@s mismos para no caer en la presión de hacer cosas que no son necesarias, que no nos gustan y podemos evitar, que se supone que deberíamos hacer, pero no tienen sentido alguno para nuestro camino. Por eso, los objetivos SMART (específicos, medibles, alcanzables, realistas y temporales) nos ayudan a crear ese paso a paso que necesitamos para que en un tiempo determinado veamos los resultados.

Dicho esto, ¿qué pasa cuando aparece algo tan inesperado como una pandemia, surge una restricción del Estado, se cancela un evento, una cita o un vuelo programado interponiéndose en el logro de la meta? Acá es cuando surge alguna de estas emociones, o una mezcla de todas ellas: enojo, bronca, frustración, miedo.  La primera reacción por lo general es el rechazo.  Nos sentimos tan incómodos por esa irrupción en nuestro camino divino que lo primero que hacemos es paralizarnos y pensamos ¿y ahora qué hago?  Qué hacer y cómo dependerá de nuestra capacidad de ver el mundo.  Si nos quedamos inmóviles no estaremos dando lugar a la enorme cantidad de soluciones que tenemos a nuestro alcance. 

Démosle entonces la bienvenida a la frustración porque significa que ya empezamos a andar el camino de nuestros sueños.  Hagamos una pausa para ver qué podemos aprender de ese supuesto obstáculo que tenemos delante y usemos nuestra creatividad para emprender atravesar ese obstáculo.  Viéndolo como un aprendizaje, usándolo de apoyo para saltar, corriéndolo para construir un camino alternativo y aceptando que eso existe, que no será permanente y que no será excusa para justificar el tiempo o la distancia entre nosotros y nuestra meta.  Cada uno llegará a su tiempo, pero llegará.