Entrada en calor y activación Neuromusculoesquelética 

Como bailarinas sabemos que antes de clase lo ideal es realizar una previa preparación física, pero ¿Sabes el por qué?. Entender como funciona este proceso previo y en que nos beneficia nos va a ayudar a realizarlo mejor y a conciencia

Desde una perspectiva biomecánica, nuestros músculos, al comenzar a moverse, necesitan mayores aportes de nutrientes y oxígeno para generar energía. El medio, por el cual dichos nutrientes y oxígeno son transportados, es la sangre, y cuando los músculos reciben un mayor aporte sanguíneo, aumentan su temperatura. Es así como surge el proceso de la entrada en calor y esto es clave para lograr una óptima activación neuromusculoesquelética.

Si desglosamos la palabra neuromusculoesquelética, nos encontramos con una parte “Neuro” que es la red en la cual se generan los estímulos, ideas o pensamientos que nos hacen movernos. Y por otro lado tenemos una parte “Musculoesquelética” que es el conjunto de órganos que ejecutan el movimiento en sí. Mas, obviamente, no están escindidas. Ambas, se retroalimentan constantemente para lograr el movimiento con la mayor precisión posible y es clave comprender que, en el proceso de entrada en calor, la parte Neuro y la parte Musculoesquelética afianzan y mejoran su comunicación, preparando al cuerpo para la acción.

Si nos centramos en la parte “Musculoesquelética”, lo que vamos a buscar con una buena entrada en calor y activación, será aumentar el flujo de líquido sinovial en las articulaciones, con el fin de mejorar su movilidad. Optimizar el estado de elasticidad muscular y estructuras articulares, promoviendo un mayor rango de movimiento. Y aumentar el tono muscular, para mejorar la velocidad de reacción, ajustar el balance y equilibrio, resultando en una mayor propiocepción y coordinación.

Para lograr estos objetivos, es recomendable comenzar con una rutina suave de movilidad articular, combinada con elongaciones cortas, de no más de 15 segundos, todo realizado de manera bien dinámica, aumentando la cantidad de movimiento a medida que vayan pasando los minutos. Finalmente, es muy útil incluir algún trabajo aeróbico para aumentar la frecuencia cardíaca, lo cual resultará en mayor volumen de sangre eyectada hacia músculos y cerebro, propiciándoles del oxígeno y nutrientes necesarios para la acción.

En todo este proceso, la parte “Neuro” se encuentra en constante conexión con la parte “Musculoesquelética”. El comenzar a moverse aumenta el flujo de información desde el cerebro a los músculos y de los músculos al cerebro haciendo que los movimientos se vuelvan más precisos. Se optimiza la cantidad de fuerza necesaria para realizar el gesto motor y se regula el tono muscular óptimo para la actividad. Todo esto sucede sin darnos cuenta de ello y es consecuencia del aumento gradual de la movilidad, propia del proceso de entrada en calor.

Asimismo, una vez listos para entrar en acción, el hecho de repasar mentalmente una secuencia de movimiento activa áreas del cerebro que luego se encargarán de generar el movimiento deseado. Es decir que, solo el hecho de pensar un movimiento ya genera una activación de áreas cerebrales relacionadas con la preparación del gesto motor, haciendo que estas estén listas para orquestar la cascada de sinapsis que deviene en la propia ejecución de una actividad motora específica. Es por esto por lo que la entrada en calor es un proceso ordenado de activación Neuromusculoesquelética y no un fin en sí mismo. El ser conscientes de ello, nos da la posibilidad de mejorar las conexiones, optimizar la nutrición y oxigenación de los tejidos preparando al cuerpo para la acción con el objetivo de movernos de manera más precisa y disminuir el riesgo de lastimarnos al bailar.

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