Tres situaciones de la danza que no deberías tolerar

Hay situaciones que ocurren en el ámbito de la danza que no podemos seguir tomando “como parte del contrato”.  Hay situaciones que parecen venir incluidas en un manual de baile que se te da con las primeras media puntas que te calzas en la vida, pero no es así y estamos a tiempo de cambiarlas.

Esto no es parte del contrato

Te pusiste tu primer traje, te calzaste tus media puntas o te ayudaron a hacerlo y ahí va. Ya está. Ya sos parte de la danza y su mundo impregnado de flores, sueños e ilusiones, trabajo, esfuerzo, talento, y una lista de detalles que irónicamente se mezclan entre llamativas reglas que hasta tu tía abuela quedaría con la boca abierta.  

Vayamos despacio y con cuidado abramos ese “manual” intangible que parece no fallar.  Se ha colado en la mayoría de las escuelas, academias profesionales y maestros educados en el S.XX con una fuerte influencia prusiana en su mapa cerebral. 

Situaciones que la segunda década del S.XXI no podemos ya dejar pasar.  

  • 1. Que los bailarines carguen con comentarios ajenos del tipo “la danza es una carrera muy sacrificada”.  Sacrificada. La carrera profesional de danza conlleva mucha dedicación, una enorme cantidad de horas de aprendizaje técnico y repetidas puestas en práctica. Precisa mucha concentración, dominar el equilibrio, pasar pruebas y desafíos que te llevan a encontrarte en distintas situaciones y hasta, a veces, tomar decisiones que pueden cambiar por completo tu rutina. 

Pero ese es el camino de todo ser humano que abraza una pasión y la convierte en su camino de vida.  Cuando estás haciendo lo que amas, cuando la danza es una elección propia porque no te ves siendo tan feliz de otra manera, no hay nada por qué renunciar y, por tanto, no hay sacrificio. 

  • 2. Que las personas de poca paciencia, con dificultades para conectar con su interior, carentes de resiliencia y profesionalmente frustrados devengan de niños heridos a maestros o maestras abusivas de poder.  Esta es una de las situaciones más comunes y frecuentes, y en el ámbito de la danza no pasa desapercibida.  

Un maestro o maestra al frente de una clase tiene la responsabilidad no sólo de impartir conocimientos teórico-prácticos sino de comunicar sabiduría en sus gestos y sus palabras. Está para motivar, inspirar, y hasta emocionar a cualquiera que asista a sus clases.  

El maestro o maestra de la danza al frente de jóvenes, en su mayoría adolescentes, tiene una enorme responsabilidad. Está al frente de un conjunto de criaturas en plena formación total. 

Conviven como una familia y en la mayoría de los casos los alumnos pasan en el estudio o academia más horas que las que pasan con sus propios padres o cuidadores. La responsabilidad aumenta en aquellos casos en que los alumnos se han trasladado de una ciudad a otra o han expatriado para seguir su pasión y formación y se encuentran desarraigados, sin el apoyo cercano de su familia. 

Dejemos de normalizar el modelo del maestro o la maestra que por su posición puede mirar, hacer o decir lo que se le dé la gana sin una base pedagógica sana.  Dejemos de tolerar el bullying, las amenazas por el peso, la crítica  a la contextura  física, la exposición ridícula frente a la clase, las palabras hirientes, el tono autoritario, la regla en la espalda, el pellizco en la cintura, los dobles mensajes y la verbalización de consecuencias nefastas como sacar alumnos de clase por no repetir el paso de manera perfecta, bajarlos de función por no tener la misma talla que su compañera de al lado o tener a alumnos entre cejas por cuestionar lo establecido. 

Ante situaciones así no podemos permanecer calladas.  Los bailarines tienen voz propia y capacidad para expresarse.  No te dejes atropellar por el abuso de poder en clases, ensayos, escuelas o compañías. Háblalo con personas de confianza. Háblalo con tus compañeras y compañeros. Háblalo con tus padres, aunque creas que no es conveniente porque irían a levantar una protesta.  Si no sos vos, alguien debe ayudarte.  Y si alguien reacciona para ayudarte siéntete feliz. No estás sola. No estás solo.  Hay alguien que verdaderamente te ama. 

  • 3. Alerta. Spoiler.  Se vienen los carbohidratos. La famosa historia de los alimentos prohibidos.  Y este es el momento que como coach te digo hasta acá llegamos. Porque demonizar a los alimentos puede ser cosa peligrosa. 

En mis sesiones con bailarines (y también con lo no bailarines) no hay alimentos prohibidos.  Hay, por cierto, alimentos que nutren tu cerebro, alimentos que ayudan a equilibrar tu sistema nervioso, alimentos que fortalecen tus huesos, mantienen sanos tus cartílagos y regeneran las células de todo tu cuerpo.  

Existen por supuesto, algunos alimentos mejores que otros según cada biotipo físico y emocional (siguiendo los principios de la medicina ancestral védica de la India) y según nuevos descubrimientos científicos como los estudios realizados por el Dr. Mark Hyman plasmados en sus programas, algunos de los cuales tuve la fortuna de poder recibir en mi formación.

El acto de comer es un acto sagrado que debe respetarse si quieres mantenerte con vida, saludable, vital, con energía, firmeza y equilibrio.  Es tan importante como respetar un hábito, un entrenamiento, andar en bicicleta, subir a un bus y aprender una nueva coreografía.  Si no te alimentas de manera adecuada, todas estas acciones cotidianas se van debilitando.  

Por eso, honra el momento de las comidas y consulta a un buen profesional cuando tengas dudas acerca de cómo comer, que cantidades o cómo combinar los alimentos, así como si tienes dudas sobre tus costumbres y tendencias relacionadas con ellos.  El cómo comes es tan importante como el qué comes.  Y es que este precioso acto está totalmente relacionado con las emociones.  Pero esto te lo dejo para que lo descubras en mi contenido gratuito que podrás encontrar en mis RRSS, principalmente en IG, con una dosis extra de amor propio y planificación de metas.

Antes de terminar quiero decirte algo.

Que ni los comentarios ajenos, ni el abuso de poder, ni la restricción de alimentos te hagan dudar de tu amor por la danza.

Que no apaguen tu brillo ni desconecten la felicidad de tu alma. 

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